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martes, 20 de enero de 2009

Rodando Illius


Este fin de semana hemos comenzado el rodaje del corto ambientado en el libro, de cara a enseñarlo al mundo antes de la publicación en, parece, Septiembre. Por delante, meses en los que atrapar con la cámara instantes literarios, juntarlos con precisión, hacerlos bailar de la mano al son de la música que ya tenemos preparada. Es interesante acercarse a la trama desde un medio distinto a las meras palabras con las que ha sido concebida. Es imposible no sentir que se está invadiendo un espacio privado, una intimidad de papel mancillada por la crueldad del objetivo. Las imágenes poseen una fuerza que hay que calibrar si no se quiere caer en la trampa de su influjo. Por sí solas no significan nada pero en un determinado contexto pueden transmitir demasiado. El silencio presiona el plato opuesto de la balanza para que la necesidad de compartir no transgiverse el sentido del proyecto.


El primer paso ha sido la selección de escenas. Algunas han sido eliminadas del esbozo final a última hora, tras detectar, en el enésimo visionado mental, que decían más de lo que la prudencia aconseja. Otras han caído solas, no merecían ser tocadas, versionadas, alteradas. Su única presencia debe ser la del libro y la memoria de quien las recuerde tras haberlas leído. Otras son verdaderos ejercicios de fe, pequeños resquícios entre renglones aparentemente sencillos que más que acompañar la lectura la complementan como un secreto confesado al oído. Y aún otras han aparecido solas, abrazándonos por sorpresa en los paseos en los que esperábamos encontrar el orden exacto para esta grabación y descubriendo que, en el fondo, es lo de siempre. No buscamos; esperamos ser encontrados.


Ninguna escena se acercará del todo a lo que imaginé cuando escribía los capítulos que componen el libro. No es esa la intención. Sensaciones, todo se resume en transmitir sensaciones. Espacios vacíos, lugares en los que se respira que acaba de marchar alguien, se intuye que ha sucedido algo. Restos de vida. Silencios con reminiscencias de gritos, fotografías abandonadas, alientos agónicos que se balancean en el columpio que mira hacia el abismo.